Miquel Silvestre es un Registrador de la Propiedad que en 2008 cambió su vida acomodada de funcionario para dedicarse a la literatura de viajes. Desde entonces es un emprendedor en moto que vive viajando, escribiendo y produciendo programas de televisión en los que cuenta sus andanzas.
La vocación literaria. Quería escribir un buen libro y pensé que recorrer África en moto me daría material interesante. Así fue, y decidí seguir por ese camino. Desde el primer momento tuve claro que lo que yo contaba sobre aventuras vividas en primera persona era un contenido valioso.
El miedo al riesgo y los elevados estándares de bienestar alcanzados en España. Nos dicen continuamente que vivimos peor que antes, pero eso lo dice gente que no conoce la historia de España. Jamás ha habido más oportunidades, desarrollo, asistencia social, infraestructuras y de todo que ahora. Disfrutamos todos los españoles de una renta invisible muy sustanciosa porque los hospitales, las carreteras, los aeropuertos, las escuelas, las rotondas, el asfaltado de las calles, el alcantarillado, los embalses, la red pública eléctrica y de agua... todo eso incrementa nuestra renta aunque no recibamos un cheque. Dicho de otro modo, si viviéramos en Burundi, aunque ganáramos diez mil euros al mes no disfrutaríamos de la misma renta que en España. Yo, como viajo, sé, por ejemplo, que en toda Sudamérica por usar las carreteras normales y corrientes hay que pagar peaje. No para las autopistas, que no las hay, sino para circular por una carretera nacional hay que pagar. Estamos acostumbrados a pensar que todo eso es gratis, cuando no lo es.
Este desarrollo económico español y la generosidad de nuestro Estado social hace que mucha gente solo aspire a un poco más para completar una vida cojonuda: un coche, irse de vacaciones, cenar con los amigos, y para eso basta un sueldo de funcionario, que es seguro, para toda la vida y con mucho tiempo libre. Cuando en un país, como ocurre en la mayoría del mundo, no hay paraguas público, la gente emprende porque quiere escapar de su suerte.
Los que lo arriesgan todo: los emigrantes ilegales capaces de jugarse la vida por un vida mejor. En cambio nosotros estamos muy contentos con nuestra suerte, aunque por fuera nos quejemos constantemente, y por eso solo queremos asegurarnos lo que ya tenemos. Y ojo, que eso no me parece mal. Prefiero vivir en España a cualquier otro sitio.
Claro que hay sueños imposibles. Yo puedo soñar con ser jugador del Real Madrid y por mucho que me ilusione y esfuerce, nunca va a suceder. Hay que ser consciente de los riesgos que se asumen y de las capacidades propias, porque de lo contrario nos estrellaremos. Lo que sí está claro es que sin esfuerzo ni ilusión nunca conseguiremos ni siquiera aquello que está a nuestro alcance.
Entender que aunque la materia prima de mi trabajo sean los sueños de aventura y el espíritu de viaje, al final eso tiene que poder traducirse a un excell con gastos, ingresos, IVA, IRPF y cuota de la Seguridad Social.
Siempre es preferible estar encima de la moto que haciendo pasillos para conseguir dinero. Me resulta incómodo intentar convencer a alguien de que apueste su dinero en mi proyecto. Además de que casi nunca se logra, por cada sí obtienes 20 noes.
Yo no sé nada de marketing ni de estrategias de posicionamiento. Yo solo he presentado un contenido en la red y ha habido gente y medios a los que le ha interesado. BMW Motorrad España y la auditora BDO han sido las empresas que llevan apoyándome desde hace más tiempo.
La financiación ha venido por orden de importancia de venta de libros, patrocinios, conferencias y derechos audiovisuales. Lo que primero me permitió recuperar el dinero invertido y comprar el equipo para hacer la serie de TVE fue la venta de libros en charlas que di por toda España al regreso de mi vuelta al mundo. Cuando conseguí el hueco en RTVE, vendí el espacio publicitario a marcas como BMW y BDO. Cuando la serie se emitió entonces las conferencias pasaron a ser retribuidas, empecé a publicar libros con mi propio sello y a cobrar derechos de emisión por la serie.
Habría vuelto al despacho con una nueva visión de la vida gracias a la experiencia de viajar. No habría sido tiempo perdido en absoluto.
Invertí alrededor de unos 50.000 euros. Con ese dinero compré una moto, un ordenador y una cámara de vídeo y comencé la vuelta al mundo. Subí vídeos a Youtube durante año y medio de viaje en los que gasté el resto del capital. Cuando regresé a España me había gastado casi todo, pero a partir de entonces empecé a recuperar con las conferencias y los libros. Luego empecé a colaborar en RTVE cuando vieron mis vídeos y vendí ese espacio a los patrocinadores. Con eso recuperé los 50.000 y me mantuve viajando. Cuando salió la posibilidad de hacer una serie completa, invertí de nuevo los 50.000 en hacer la primera temporada de Diario de un Nómada: compré una cámara profesional, contraté un operador para manejarla, alquilé una camioneta y un conductor y cruzamos Sudamérica en tres meses. Cuando volví con el material, contraté editores, un estudio de sonido y un laboratorio. Me lo gasté todo. Pero la serie se emitió, funcionó bien de audiencia, recuperé mi inversión duplicada y pude seguir produciendo cuatro temporadas más.
Ser un buen padre para mis dos hijos.
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